Alberto Etchegaray

La enseñanza del director de La Polar

No es fácil ser director de sociedad anónima...

Por: Alberto Etchegaray | Publicado: Martes 17 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.
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No es fácil ser director de sociedad anónima. Su función trae aparejada una serie de deberes legales que no siempre resultan evidentes de observar por parte de los directores. Permítame mostrarle un caso nacional donde, en la modesta opinión del suscrito, esos deberes se cumplieron de manera extraordinaria por parte de un director. Y es, aunque le sorprenda, con una situación que ocurrió en La Polar.



A la empresa le ha tocado experimentar múltiples desafíos tras el fraude al que se viera expuesta. Han tenido que esforzarse en recobrar al mismo tiempo tanto la confianza de los agentes del mercado, de los consumidores y de la opinión pública en general.

Fruto de ese proceso el directorio acordó por mayoría la necesidad de un aumento de capital de US$ 240 millones destinado a compensar a los clientes repactados unilateralmente, a la apertura de tiendas en Colombia y la remodelación de otras en Chile. El directorio consideró que dicho aumento era imprescindible para el buen desarrollo de la empresa. 
El directorio concurre con su propuesta a la Junta de Accionistas para aprobar el aumento de capital. Logra aglutinar una mayoría de votos que lo aprueba, no sin antes encontrarse con la firme resistencia de un grupo de minoritarios que rechaza la iniciativa, entre los que está el representante de una conocida empresa nacional de asset management. El reclamo de los minoritarios se fundamenta en que la medida implicaría una disminución de cerca del 50% en el valor de la empresa.

Dirá usted: ¿Y qué es lo interesante en este caso?. Pues que esa misma empresa de asset aanagement, minoritaria en la propiedad de La Polar, había nombrado a otro de sus representantes como director en la empresa. Lo que salta entonces a la vista de manera inmediata es la aparente inconsistencia de las dos posturas en la votación: que el director nombrado por la minoritaria votó favorablemente por la propuesta de aumento de capital y que la empresa de asset management, en cuanto accionista minoritario, votó rechazando la propuesta que “su director” estaba recomendando.

Y digo aparente inconsistencia porque me parece que ambos representantes, el accionista minoritario y el director, cumplieron a la perfección el rol exclusivo que cada uno debe desempeñar en un correcto gobierno corporativo. Por cierto el minoritario cumplió su rol al hacer presente su derecho a objetar el aumento de capital. Pero sobretodo cumplió el director que tuvo presente que, una vez nombrado con los votos de los accionistas minoritarios, tiene el deber fiduciario básico de velar por el interés de la empresa en su conjunto y no de unos accionistas en particular.

Lo normal en una sociedad anónima es que lo que resulta conveniente para una empresa sea también conveniente para el accionista de la misma empresa. Pero puede ocurrir, como en el caso de La Polar, que no se produzca esa coincidencia. Es una situación compleja donde cada director debe recordar su rol y lealtad exclusiva con el interés social de la empresa. Por eso, en mi opinión, chapeau para ese diligente director de La Polar.

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